Desde que pasamos de ser un oasis a un territorio de guerra, según nuestro presidente, la represión de la policía no ha logrado disminuir las multitudinarias protestas que tienen como epicentro la Plaza de la Dignidad. Ahí y en sus alrededores muchos artistas visuales han apoyado la lucha con obras que resisten el paso de los días, pero que también pueden desaparecer rápidamente entre todas las demandas sociales que se multiplican por los muros de Santiago.

“Las paredes son la imprenta de los pueblos” dijo el escritor, periodista y activista Rodolfo Walsh, desaparecido en la dictadura de Videla en Argentina. Son palabras que se repiten al caminar por la llamada ‘Zona Cero’ y adquieren sentido con todos los rayados, mensajes y dibujos apurados que se sobreponen unos a otros y que se mezclan con el trabajo de Miguel Ángel Kastro, Fab Ciraolo, Ricardo Pues, Loreto Góngora, Maoh, Óscar Núñez y el colectivo Papelyyo, entre muchos otros que han contribuido con la inventiva de su arte callejero al despertar de Chile.

“El arte invita a la reflexión, al pensamiento crítico, y todas estas acciones de una u otra manera conllevan a ese ejercicio, les guste o no a algunos. Se necesitan personas que generen instancias para el diálogo y que expongan lo que está sucediendo de manera clara y sensible al mismo tiempo”, nos dice Paloma Rodríguez (@palomarodriguez.cl), pintora, orfebre y muralista, cuyo estilo mezcla íconos de la cultura popular con elementos del estallido social y se emparenta al de Claudio Caiozzi (@caiozzama) y Fab Ciraolo (@fabciraolo) en el Paste Up, una composición de imágenes y textos en papel que se pega sobre alguna estructura para convertirse en lo que llama «artivismo».

 

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El dramaturgo Guillermo Calderón en El Mostrador dijo que “la crisis ha convertido el centro en una galería de arte” y si uno camina por el sector de Lastarria, el GAM y la Plaza de la Dignidad, la afirmación no es exagerada. Eres una de las artistas presentes en el lugar, ¿por qué decidiste ser parte de esto y cómo has visto esta transformación urbana durante estas semanas?

Fue un proceso natural, el arte muchas veces en la historia ha sido una forma de manifestación de crítica y de rebeldía. Frente al abuso de poder, la represión y la censura me era imposible mantenerme indiferente. Hay un momento en donde toda persona tiene que tomar la decisión de actuar o ver lo que está pasando desde su ventana, y yo decidí expresarme a través del arte.

Me parece asombroso el movimiento artístico que se ha tomado las calles, el ‘artivismo’, y como estos muros provisorios que han levantado los locales, edificios, instituciones, entre otros, han servido para que la vía pública se convierta en un verdadero museo de la ciudadanía que protesta.

Está Caiozzama, Loreto Góngora, Fab Ciraolo y muchos más en las paredes. ¿Cómo ha sido esta experiencia de compartir espacio con muralistas y artistas reconocidos, pero también con la expresión ciudadana que ve en las paredes una forma de ampliar la llegada de sus demandas?

Me encanta compartir muros con mis amigos artistas y con las personas que han tenido el deseo de manifestarse. El arte público es completamente transversal, no discrimina y es una de las armas más potentes con la que cuenta la población. No es menor que hayan tratado de censurarla en repetidas ocasiones, fallando constantemente en sus intentos patéticos y bastante rídiculos por lo demás.

Es un ejercicio un poco impredecible. Puedes estar semanas en un lugar o desaparecer rápidamente. Una de tus obras duró una tarde debido a las pinturas “pro policía”, pero luego reapareció en otro sector. ¿Qué siente crear ante esa posible fugacidad?

Ha sido todo un aprendizaje. Mi especialidad siempre ha sido la pintura al óleo, una disciplina súper tradicional en donde la obra puede permanecer de generación en generación. El mural en la vía pública es todo lo contrario, es completamente efímero, está a merced de “la ley de la calle” y sabes que la obra tiene una fecha límite. Eso ha sido duro para mí -cuando no duran casi nada- y, por otra parte, muy liberador ya que debes dejar ir la obra. El ejercicio de desprenderte de algo no es fácil, pero lo veo como un regalo para la calle.

En redes sociales hablas de transformar tu arte en tiempos de protesta y hemos visto como han mutado tus obras en la calle. ¿Cómo ha cambiado tu estilo y motivaciones durante este tiempo?¿Cómo ves tu trabajo para el futuro?

Mi obra siempre ha sido atingente y provocadora, por lo mismo tenía que contextualizarla de acuerdo a la contingencia nacional. Mi estilo sigue siendo el mismo, bien pop y lúdico, pero con notas más críticas frente a las injusticias sociales y sobre todo a la represión y la violencia.

Indudablemente este momento histórico y las acciones de arte que he estado realizando han generado una nueva visión en mi trabajo, pronostico personajes más rebeldes e iconográficos a partir de este período.

Una de las últimas obras que dejó en el centro es Santísima Dignidad, la que hoy es parte del Museo de la Dignidad, una iniciativa que pretende crear una ruta de intervenciones urbanas realizadas en collage, ilustración digital y serigrafía, entre otras técnicas, las que han aparecido en Lastarria, la Plaza de la Dignidad y Providencia. ¿Cómo? Gracias a la instalación de marcos dorados que las destacan y quieren convertir en  “una muestra de arte histórica que debe quedar en los muros de la ciudad para siempre”.

It’s a Match, Luchar sin miedo y El que no salta es paco, son otros de sus trabajos que han transformado una ciudad en la que diariamente hay represión mientras, pero seguimos esperando respuesta de una clase política que parece no escuchar. Calles en las que también somos parte de los millones de ciudadanos que piden un país más justo y en las que somos testigos de una creatividad que se desborda en toda dirección.


Revisa el trabajo de Paloma y otros artistas con un clic a esta galería: