La artista Kubra Khademi (1989), es una de las tantas mujeres afganas que huyeron de su país para poder desarrollar su trabajo con mayor libertad. Reconocida por sus performances y sus obras -totalmente transgresoras para el mundo islámico- la también activista reconoce en el cuerpo femenino, su objeto de arte.
«Las mujeres tenemos muchas dificultades en Afganistán para decir cosas, así es que cuando encuentras un lenguaje que te permite hacerlo, quieres sacarlo todo de golpe, ¿y qué puede ser más expresivo que el propio cuerpo?», comentó en una entrevista para un diario español en 2016, un año después de que su puesta en escena Armor, provocara la furia de los hombres, quienes a punta de gritos y amenazas de muerte, lograron que la joven partiera al exilio en Francia, país donde reside actualmente.
La performance, donde camina por las calles de Kabul vestida con una armadura de hierro que exageraba su figura, fue el punto cúlmine de una idea que Khademi tenía en mente desde hace años: mostrar el acoso sexual que viven las mujeres afganas, algo que no decayó tras la caída de los talibanes a principios de los 2000, pues pese a ganar algunos derechos, el 80% de ellas (según las Naciones Unidas) continuaban siendo acosadas psicológica, física o sexualmente.
Lo anterior también fue vivido por Kubra durante su niñez en la provincia afgana de Ghor. «Cuando tenía cuatro o cinco años mi madre me mandó a comprar y recuerdo cómo un hombre me tocó el culo. Me quedé helada, mentalmente muerta y al cabo de un tiempo pensé: ojalá llevara ropa interior de hierro», contó.
Hoy, Khademi trabaja representando artísticamente al cuerpo femenino desde la perspectiva del destronamiento de todos los tabúes en los que está inmersa la sociedad afgana. Las leyes por las que se rige el Talibán suprimen cualquier tipo de representación del cuerpo y la artista, saca la voz para demostrar lo contrario. “El arte tiene que perturbar”, asegura.
Algunas obras de Kubra Khademi expuestas en la galería Eric Mouchet en Francia.