¿Te emocionas con alguna canción? ¿Tu corazón se acelera al máximo cuando vas un concierto? Según un reciente estudio, el placer que sentimos al escuchar nuestra música favorita proviene del mismo circuito cerebral que produce reacciones tras consumir drogas, tener sexo o simplemente comer algo que nos guste.
“Es la primera demostración de que los opioides endógenos del cerebro están implicados directamente en el placer musical”, aseguró el neurocientífico Daniel J. Levitin, autor principal de una investigación realizada en la Universidad McGill de Montreal, Canadá. Anteriormente, el equipo pudo producir mapas de las áreas del cerebro que se activan con la música, pero no habían confirmado que la liberación de opioides endógenos (endorfinas) y neurotransmisores (dopamina) eran los responsables del gusto que se siente al escucharla.
Para este estudio, contaron con 20 participantes. A la mitad se le administró una pastilla sin efecto farmacológico (placebo) y a la otra mitad se le bloquearon de manera temporal los opioideos –en el sistema nervioso central- con la administraron la dosis mínima (50 mg) de maltrexona, que habitualmente se usa en tratamientos para la dependencia de alcohol, heroína y morfina. A la semana siguiente, se invirtieron los grupos de estudio.
¿El resultado? Escuchar su canción favorita no fue lo mismo, ya que se provocó la incapacidad de sentir placer (anhedonia). Es decir, no se liberaron las sustancias que provocan bienestar, dolor o angustia, permitiendo a los investigadores comprobar que se experimentaron menos emociones bajo el efecto de la naltrexona. Sin embargo, cuando se acabó el efecto del fármaco todo volvió a la normalidad.
Para llegar a este resultado se realizaron investigaciones por dos décadas, las que se transforman en un gran avance para la neurociencia, específicamente en el estudio del origen neuroquímico de nuestras reacciones ante ciertas actividades o el consumo de sustancias que se pueden transformar en una adicción.
Puedes encontrar el informe completo en Nature.com