El asesinato de George Floyd el pasado 25 de mayo a manos de la policía de Minneapolis reabrió una de las heridas -nunca cicatrizada, por cierto- más profundas en Estados Unidos: el racismo. Su muerte no sólo movilizó a cientos de miles de personas que en el mundo entero salieron a las calles a clamar por respeto e igualdad, sino que nos invitó a repasar y repensar la historia y sus innumerables casos de discriminación en en distintos medios. El cine, uno de ellos.

Esta semana, la plataforma de streaming HBO Max informó el retiro de la película Lo que el viento se llevó (Víctor Fleming, 1939) de su catálogo, esto por reflejar que presenta evidentes «prejuicios étnicos y raciales» en su argumento.

Así lo mencionó un vocero de la compañía quien además afirmó que justamente fue el asesinato de George Floyd el que los llevó a tomar la determinación. «Estos retratos racistas eran equivocados entonces y lo siguen siendo hoy, y sentimos que mantener esta obra sin explicarlos y denunciarlos sería irresponsable», aseguraron.

Lo cierto es que este filme, adaptación de la novela del mismo nombre escrita por Margaret Mitchell en 1936, es uno de los clásicos en la historia del cine y tras su estreno recibió varios galardones, entre ellos, el Oscar a la Mejor Actriz de Reparto. La estatuilla cayó en manos de Hattie McDaniel (1893-1952), artista que con este reconocimiento se convirtió en la primera mujer negra en recibir un premio de la Academia.

En Lo que el viento se llevó, McDaniel interpreta a Mammy, la criada y esclava de la protagonista (Scarlett O’Hara). Relegada por años a desarrollar este tipo de papeles, la actriz no sólo fue poco considerada por los blancos, sino también por los afroamericanos que no entendían cómo una artista como ella estuviera dispuesta a perpetuar el estereotipo que la industria había cimentado para su raza. «Prefiero interpretar a una criada por 700 dólares que ser una por 7», manifestaba.

Negra, lesbiana y poderosa, Hattie McDaniel nació en el seno de una familia de padre y madre esclavos y trece hermanos. Desde pequeña estuvo interesada por la actuación y el canto, algo que la llevaría a principios de los ’30 a instalarse en Hollywood, lugar donde el negocio artístico vivía de muchas regulaciones, entre las cuales ser afroamericano (y mujer) era sinónimo de no acceder a papeles protagónicos.

«Este es uno de los momentos más felices de mi vida y quiero agradecer su amabilidad a cada uno de ustedes que participó en seleccionarme para uno de sus premios. Me ha hecho sentir muy humilde y siempre lo sostendré como un faro para cualquier cosa que pueda hacer en el futuro», dice parte del discurso de la actriz para los premios Oscar. Hay quienes dicen que estas palabras fueron impuestas a McDaniel, tal como fue impuesto el que no pudiera compartir con sus colegas durante la ceremonia, sino conformarse con tomar asiento en la parte de atrás del teatro, tal como lo dictaban las leyes que defendían la segregación racial.

Hattie McDaniel murió a los 57 años debido a un cáncer de mama. En su testamento pidió ser enterrada en el cementerio Hollywood Forever, algo que no pudo concretarse, pues el cementerio no aceptaba a negros.